29 de març 2008
Marisa Azuara y la confusión sobre fray Boyl
Del extraordinario rendimiento de la patata:
a propósito de Marisa Azuara y su Christoval Colón…
Hace un tiempo, en el suplemento cultural de La Vanguardia, aparecía la crítica de una novela histórica al uso en la que unos personajes medievales, anteriores al descubrimiento de América, se sustentaban de patatas; “no más patatas”, clamaba el sufrido crítico literario, sin duda harto de tener que digerir novelas presuntamente históricas.
Muy a nuestro pesar hemos tenido que recordar aquella frase al leer el libro de Marisa Azuara, Cristóval Colón: Más allá de la leyenda. No quiero parecer ingrato. Lo sería a todas luces si olvidara que su autora dice reconocer mi “labor”. Tomémoslo por el lado de la benevolencia. Muchas gracias, Marisa. Pero, queramos o no, la verdad ha de estar por delante de la gratitud. Si algo nos parece erróneo, conviene aclararlo, venga de donde venga, aunque sea de la persona más benevolente y cortés del mundo.
No quiero entrar en la temática colombina. No sé fehacientemente dónde nació Colón, ni de dónde procedía su familia. Como desconocedor del tema, si tuviera que señalar necesariamente y sin escapatoria un lugar, marcaría la casilla de Génova, fiado en el parecer de eminentes historiadores. Por tanto, más allá del lugar común he de decir “no sé”. Y si alguien apunta a un origen catalán, balear, portugués, o sardo de manera medianamente sensata y bien argumentada, diré “tal vez”. Por tanto, no me meto en el tema de Colón. Pero sí me meto y me entrometo en el tema de fray Bernardo Boyl. Sobre el personaje Boyl se había llegado, tras una cadena de errores y distorsiones, a cierto nivel de serenidad. Y aquí Marisa Azuara nos ha querido colar una patata, aunque sea una patata complementaria al guiso principal. No hay ningún documento conocido y publicado que acredite una procedencia sarda del Bernardo Boyl que fue con Colón a América en 1493. Ninguno. Ciertamente nada sabemos sobre su familia. El único documento claro que tenemos sobre su origen se refiere al Zaidín aragonés. El entorno catalanoaragonés de Boyl es claro, desde su pertenencia al clero ilerdense a su traducción del De religione de Isaac del latín al “aragonés”, pasando por su labor de secretario del arzobispo cesaraugustano y su amistad con Pedro Zapata. El registro de la Cancillería de Juan II en el que aparece la mención de Bernardo Boyl dice “evidentemente” lo que dice, no lo que Marisa Azuara le hace decir. No nos detenemos en la presunta grafía latina de Cerdeña como Çaydina (?); basta señalar que en los documentos de la época y más en el contexto en el que se expide el registrado, Cerdeña puede ser un reino o una isla, pero difícilmente se la identificará con un locus, denominación más propia de lo que hoy llamamos (nótese la etimología) una localidad.
En fin, si para lograr un Boyl sardo se quieren formular hipótesis problemáticas sobre la identificación de la localidad mencionada en el registro de la Cancillería de Juan II, háganse. Pero por el Monteserrate siciliano no paso. No, Marisa, no. A tenor de la documentación, no hay la menor duda razonable de que la ermita de la Santísima Trinidad habitada por Boyl era la del Montserrat catalán; Boyl no fue benedictino ni abad, pero sí superior del grupo de los ermitaños del Montserrat de Cataluña. En este aspecto la documentación es clarísima, por más que la escritora se empeñe en embrollarla. El mayor tubérculo está todavía por arrancar. Se trata del disparate de cambiar los condados de Rosellón y Cerdaña, pignorados por el rey Juan a Francia, por Rosellón y “Cerdeña”. Nos ahorramos cualquier comentario, aunque imaginamos la irritación de los lectores medianamente instruidos en historia cuando vean que se les cree susceptibles de tragar tal tomadura de pelo.
La autora formula, además, otras afirmaciones inquietantes. De San Francisco de Paula se está celebrando el V Centenario de su muerte y, respecto a su familia, los historiadores más serios y sesudos sólo han podido establecer, después de que durante siglos prevaleciera la errónea tesis de que se apellidaba D’Alessio, que su verdadero apellido fue, según documentos coetáneos de plena fiabilidad, Martolilla, y que sus padres se llamaban Giacomo y Vienna. Marisa Azuara, en cambio, nos dice sin pestañear que Francisco de Paula era miembro de la nobleza valenciana (!).
Al parecer la obra Christóval Colón más grande que la leyenda es la primera entrega de una trilogía. O sea que habrá más, dicen: una novela histórica y otra de ficción. Si tuviéramos que juzgar por lo que se dice de Boyl, la continuación será más de lo mismo, pero ahora ya bajo apariencia de relato y con reconocimiento del carácter ficticio. Nos tememos seguir asistiendo a un ejercicio de desinvestigación y puzzle con trampa, a la facilidad de inventar, al desparpajo rentable de colarnos patatas.
Josep M. Prunés, O.M.
Extret de : http://www.estudiosminimos.eu/Miscel%C3%A1nea/tabid/59/Default.aspx
NOTA: el P. Josep M. Prunés es actualment el millor especialista sobre Fray Buyl
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